Las murallas de Logroño

El cubo del Revellín

El Cubo del Revellín fue construido entre los años 1522 y 1524 bajo la dirección del Maestro Lope de Insturizaga. Fue financiado mediante la exención de determinados impuestos por el emperador Carlos V a la ciudad de Logroño, recompensando así la resistencia ofrecida por los ciudadanos ante el asalto del ejército franconavarro en 1521.

Su tipología es la de un cubo artillero, articulado alrededor de una triple plataforma formada por la combinación de un adarve y dos galerías de tiro con troneras, la superior sin techumbre permanente y la inferior bajo bóveda plana, destinadas ambas a hostigar a los asaltantes del foso. Sus instalaciones se complementaban con la adyacente Casa de la Artillería, el edificio donde se almacenaban municiones y pertrechos militares de toda índole.

El Cubo y su entorno constituyen sin ninguna duda los sectores mejor conservados de las murallas del Logroño del siglo XVI. Por su cronología y sus características, el Cubo entra de lleno en lo que se denomina Fortificación de Transición, es decir, la fase que media entre los modos arquitectónicos medievales y las construcciones a la moderna, adaptadas ya a los escenarios de la guerra con armas de fuego y artillería pesada.

Plaza superior de tiro (A)
Los cubos artilleros de transición presentan unas plazas de dimensiones modestas. En ellas se ubicaban piezas de artillería de pequeño tamaño para la defensa de elementos de importancia estratégica como son, en el caso del Revellín, el puente y la puerta de acceso a la ciudad. Las plazas de planta circular dan paso desde mediados del siglo XVI a los grandes baluartes de plantas rectilíneas que favorecen el asiento de una artillería muy potente y la posibilidad de mover las piezas para facilitar el tiro.
Elementos de interés en este espacio son el adarve (I), que hace accesible la línea superior de tiro en la que se habilitaban normalmente cañoneras (2) que en el mutilado cubo del Revellín o no estaban presentes o no se han conservado. Sí se mantuvieron dos cañoneras gradeadas o de redientes (3) que se repiten en las murallas de Fuenterrabía y San Sebastián. Estas dos plazas configuran, junto con Pamplona, los enclaves fundamentales de la defensa de Carlos V en la frontera norte de la Península Ibérica.

El corredor de acceso (B)
Es un largo pasillo que posibilita el camino directo entre el interior de la ciudad y la primera línea de defensa.

La casamata o galería inferior de tiro (C)
Está resuelta en el Revellín mediante una bóveda plana. Dos pequeñas aberturas al interior, con un marcado desarrollo abocinado, conformaban unas troneras o arcabuceras que permitían la defensa del foso. Están pensadas para el empleo de piezas de pequeño calibre (4). El denso humo provocado por la combustión de la pólvora se desalojaba a través de sendos orificios en la parte superior de la bóveda denominados espiráculos y que funcionan como chimeneas (5). Uno de los elementos interesantes es un brocal (6) embocado en una galería en la que se habilitaba una reserva de agua utilizada para la refrigeración de las armas en combate. Además de cumplir esta función, es muy probable que en esta zona se abriera una galería de escucha o galería contramina (7), un procedimiento para detectar primero y contrarrestar después las acciones de zapa de los sitiadores. La utilización de la mina explosiva en los asedios, entre finales del siglo XV y principios del siglo XVI, contribuye al rápido desarrollo de estos sistemas.

El foso (D)
Es el elemento clave de la defensa en los asedios. La toma de la cava suponía en la práctica la caída del enclave a manos de los asaltantes puesto que desde él resultaba relativamente sencillo provocar el derrumbe de las murallas mediante minado y la entrada de las tropas asaltantes a la plaza sitiada. Sobre la preservación de la cava gravita en gran parte el diseño de las fortificaciones de transición. Son fosos anchos y no demasiados profundos delimitados por la escarpa (8) y la contraescarpa (9), que tratan de mantener a distancia a los sitiadores.

La muralla del s. XVI

La muralla del s. XVI no llegó a completarse debido a que cambió el contexto histórico de la ciudad de Logroño. La definitiva anexión del reino de Navarra a la corona española y la progresiva pacificación de la frontera septentrional significaron, en el largo plazo, una paulatina pérdida de peso estratégico de nuestra ciudad. Ello se traduciría en una falta de inversión económica en la remodelación de sus defensas y el consiguiente deterioro de la cerca. Los datos adquiridos por la arqueología han permitido apreciar que el Cubo terminó por unirse al recinto previo con una solución improvisada y de calidad constructiva más que discutible.

Con el paso del tiempo las murallas de Logroño se degradaron tanto que se acordó su derribo en 1862. El Cubo artillero junto a la Puerta del Camino, decorada con el escudo del emperador Carlos V y los escudos de la ciudad, lograron subsistir gracias a su gran solidez constructiva y al hecho de que esta zona estuviera, en el siglo XIX, bajo jurisdicción militar. Además la expansión urbanística, actuando el Ebro como frontera, se produjo hacia el sur.

El lateral oriental del Cubo del Revellín
La demolición del antiguo Frontón del Revellín facilitó la realización de excavaciones arqueológicas que han permitido recomponer la trayectoria histórica de esta zona de Logroño.

Para entender este espacio, es necesario saber que en el siglo XVI el Cubo y las murallas del Revellín pretendían ser el primer paso de un proceso de renovación de las defensas de la ciudad que nunca llegó a completarse. Todo indica que en el tramo que daba al lateral oriental del Cubo estaba prevista la aplicación del modelo puesto en práctica en la actual calle Once de junio.
La solución se mantuvo sin cambios hasta la entrada del ejército napoleónico en Logroño en el contexto de la Guerra de la Independencia (1808-1814). Ello supuso la conversión de nuestra ciudad en plaza fuerte de la retaguardia francesa y la realización de obras de refuerzo y transformación de las murallas. Pese a la falta de datos documentales certeros, todos los indicios sugieren que el tramo de muralla que apareció bajo el Frontón del Revellín corresponden a este momento y no a la ejecución de las obras en el contexto de la Primera Guerra Carlista. De esta manera, en esta zona pueden apreciarse obras correspondientes a tres momentos históricos diferentes.

Transformaciones constructivas

El Cubo del Revellín también sufrió con posterioridad transformaciones constructivas:
En 1884 fue construido un frontón en su lateral oriental.
El arquitecto Fermín Álamo construyó en 1930 varios pisos adosados al Cubo artillero. Y en 1952 el arquitecto José María Carreras levantó otro edificio de viviendas sobre la estructura del Cubo.

Como recuerdo de estas edificaciones, demolidas en 1982, en la galería superior de tiro se conserva un bajo relieve que esculpió Alejandro Rubio Dalmati cuando tuvo su taller en el Cubo durante los años 30.

Posteriormente el Frontón se reconvirtió en 1940 en el Cine Frontón.

El Cubo del Revellín tal vez ha llegado hasta nuestros días, aparte de por su excelente calidad constructiva, porque los logroñeses supieron ir adaptándolo a las necesidades urbanísticas de cada época.

En el Cubo del Revellín, el Ayuntamiento de Logroño ha realizado varias intervenciones; la primera en el año 2006 y la segunda en el año 2010. Gracias a la rehabilitación del edificio que se hizo en el 2006 se consiguió que llegara al gran público pudiéndose visitar. Posteriormente en el año 2010 se derribó el Frontón del Revellín y se amplió el edificio con la construcción de una sala de proyecciones audiovisuales.

  • La demolición del Frontón permitió el hallazgo de restos arqueológicos correspondientes a tres periodos históricos diferentes:
  • Los restos de una muralla anterior al s. XVI, que posteriormente se uniría al Cubo, mediante una solución arquitectónica de baja calidad.
  • El Cubo del Revellín y la Puerta del Camino, construidos en el s. XVI, como parte de la renovación de la muralla que nunca llegó a completarse.
    Un tramo de muralla que, según todos los indicios, pudo construirse como defensa contra el ejército de Napoleón durante la guerra de la Independencia (1808-1814).